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Cartago había sido un pequeño establecimiento fundado por los fenicios en la costa de Túnez en los comienzos del primer milenio. Con el tiempo, la prosperidad de la colonia, basada en su inmejorable situación estratégica en medio del mediterráneo, creció de tal forma que cuando Tiro empezó a sentir el peso del poder asirio, los cartagineses se independizaron totalmente de la metrópolis.
Cartago inició entonces una política que le llevó al liderazgo sobre todas las colonias fenicias de occidente. Entre estas estaban las factorías españolas, situadas entre el cabo San Vicente y el de Palos, que enviaban estaño, plata y salazones de pescado.
Al finalizar la primera guerra púnica una Cartago empobrecida y acorralada puso todas sus esperanzas de reconstrucción en una gran empresa: la conquista de la Península Ibérica, o al menos de la región andaluza y levantina. El hombre que llevaría a cabo tal hazaña sería Amílcar Barca.
Amílcar llega con su ejército a Gadir (Cádiz), única plaza que les quedaba a los cartagineses en España después de la guerra, en el año 237 a.C. Su misión era crear un nuevo imperio comercial cartaginés, así como una base de operaciones para el desquite contra Roma.
Los primeros en recibir el choque de las tropas cartaginesas fueron los habitantes de la cuenca del Betis (actual río Guadalquivir). Uno a uno los reyezuelos de esta zona se entregaron por el miedo, la fuerza o la diplomacia, quedando bajo el control del ejército invasor.
El dominio cartaginés se hizo inmediatamente rentable, se hicieron nuevas prospecciones y la plata empezó a manar generosamente sobre las arcas cartaginesas.
Avanzando hacia el levante, fueron cayendo una a una las ciudades ibéricas y colonias griegas que Amílcar encontraba en su camino. Inmediatamente, numerosas quejas llegaron a Roma. Amílcar había violado el pacto firmado el año 348 en el que se fijaba el límite entre zonas de influencia romano-cartaginesas en la ciudad de Mastia (la actual Cartagena), límite que ya habían pasado. A pesar de esto, la única reacción romana fue enviar una embajada de protesta ante la cual Amílcar alegó la necesidad de las conquistas para saldar las deudas debidas a Roma por la guerra.
En el invierno del año 229 muere Amílcar Barca en una escaramuza con los Oretanos, iberos que habitaban la zona oriental de Sierra Morena. Sin embargo Amílcar, después de una guerra de nueve años, había conseguido ya para Cartago la plata y los mercenarios de Iberia.
Su labor fue continuada por su yerno Asdrúbal. Su mayor acierto fue sustituir los métodos violentos por los pacíficos, culminando una política de alianzas con los reyes ibéricos y casandose con la hija de uno de ellos. A esto siguió la fundación de la ciudad de Cartago Nova (hoy Cartagena) y un tratado con los romanos que fijaba los límites de influencia de los dos imperios en el río Ebro.
En el año 221, Asdrúbal muere asesinado. A su muerte, los cartagineses ya eran dueños de todo el sur de la Península y del Levante, hasta el golfo de Valencia, y es probable que dominasen también el territorio de los Oretanos.
Aquel mismo año el ejercito eligió a su nuevo general: Aníbal, que entoces solo contaba 25 años. La elección de Aníbal como jefe marcó una vuelta a los métodos violentos de Amílcar. En el verano del 221, invade el territorio de los olcades y al año siguiente penetra profundamente en los territorios de la meseta central, ocupando las ciudades de Toro y Salamanca que le pagan sendos tributos y regresa a Cartago Nova con numerosos rehenes. A su vuelta es atacado por una coalición de iberos; carpetanos, vacceos y olcades en las riberas del Tajo, a los que derrota.
De esta forma, el dominio cartaginés se amplió con las tierras del litoral atlántico, hasta la desembocadura del Tajo y también por las del sudeste de la meseta. El tesoro del ejército había aumentado considerablemente y un nuevo filón de mercenarios se había abierto.
Para consolidar su retaguardia antes de realizar su último objetivo, la conquista de Roma, solo le quedaba una última acción: la conquista de Sagunto (situada al norte de Valencia) .
Fue precisamente el ataque a esta ciudad y su petición de ayuda a Roma la que provocaría el inicio de la Segunda Guerra Púnica que concluyó con la derrota de Aníbal, la caída del poder cartaginés y la conquista romana de la Península.
Más información:
Historia de España /
Tartessos /
Turdetania: Turdetanos y Túrdulos /
Cartaginenses en España
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